Libertad del Tiempo
Uno de los chequeos de rutina de Darsha alarmó a sus médicos. Sus signos vitales eran más anormales de lo esperado. La sometieron rápidamente a una serie de pruebas más exhaustivas y éstas mostraron resultados aún más preocupantes. Después de consultar a especialistas en la materia, el médico regresó para darles la noticia: el fin de Darsha estaba cerca.
No sospechamos cuán íntimamente conectados están con el tiempo nuestros pensamientos, emociones e impulsos físicos, hasta que nuestro tiempo está a punto de expirar.
Conocí a una practicante llamada Darsha a quien le diagnosticaron la enfermedad de la motoneurona. Este es un trastorno neurológico progresivo que destruye las células que controlan la actividad del músculo esquelético, como caminar, respirar, hablar y tragar. La parálisis total es inevitable, aunque el camino hacia este estado disfuncional puede ser angustiosamente gradual. Los músculos se toman su tiempo para perder vitalidad, retirándose lentamente uno a uno, hasta perder por completo la capacidad motora.
Así fue el declive de Darsha.
Al principio, ya no podía utilizar los dedos para manipular objetos delicados, mientras que todas las demás capacidades motoras permanecían intactas. Luego, la falta de función se extendió de los dedos individuales a sus manos. Más tarde, necesitó un bastón para caminar. Luego un bastón ya no era suficiente y tuvo que depender de la ayuda de otros. Finalmente, quedó confinada a una silla de ruedas. Sin embargo, a pesar de esta pérdida constante de su capacidad de moverse, las otras funciones de Darsha permanecieron intactas, lo que demuestra que, de hecho, eran funciones independientes. Sus capacidades mentales se mantuvieron igual de agudas, su sensibilidad emocional y su percepción, en todo caso, sólo se agudizaron. Estábamos viendo a una persona cuya función motora estaba muriendo de forma aislada.
Darsha retrocedía dos pasos y luego volvía a dar uno hacia adelante. En ocasiones recuperó habilidades de movimiento que había perdido. En otras ocasiones parecía descender en caída libre hacia una parálisis total. Esto requirió controles médicos periódicos. También mantenía a sus amigos desequilibrados. A veces imaginábamos ingenuamente que disfrutaríamos de su compañía en el futuro previsible. En otras ocasiones, un declive repentino parecía ser una advertencia de que se apresuraba hacia la muerte.
Uno de los chequeos de rutina de Darsha alarmó a sus médicos. Sus signos vitales eran más anormales de lo esperado. La sometieron rápidamente a una serie de pruebas más exhaustivas y éstas mostraron resultados aún más preocupantes. Después de consultar a especialistas en la materia, el médico regresó para darles la noticia: el fin de Darsha estaba cerca.
Le quedaba, como máximo, una semana más de vida.
Darsha regresó a casa y se dispuso a despedirse de sus familiares y amigos. Se reunió con ellos uno por uno y se despidió de ellos. Hizo un inventario cuidadoso de sus posesiones y anotó a quién debían entregárselas después de su muerte. ¡Qué conmovedor es presenciar cómo una persona pone fin intencionalmente a su vida! Sin amargura ni miedo, sin ninguna sensación de que las cosas deberían haber sido diferentes, Darsha estrechó la mano del elenco de actores que la habían acompañado durante toda su obra. El último acto estaba por terminar y el telón estaba a punto de caer. Pude ver de forma manifiesta su claridad interior en nuestro encuentro de despedida. Su tiempo estaba a punto de expirar, y con ello, todos los engranajes puestos en movimiento por el tiempo eran bastante irrelevantes.
Sin embargo, un mes después, Darsha todavía estaba con nosotros. Ella todavía necesitaba ayuda, aún tambaleando en su casa y haciendo todo lo posible para mantenerla, dados sus desafíos físicos. Me llamaron para ayudar, como me habían llamado varias veces antes, y fue entonces cuando ella me contó esta historia.
“¿Has visto a tus médicos desde los resultados de las pruebas”, le pregunté? “Oh, sí”, respondió con cierto cinismo. “Han eliminado el pronóstico de muerte inminente. Mis signos vitales han vuelto a ser los que eran antes y ya no estoy a punto de morir. No pudieron explicar lo que pasó. Lo consideran un milagro médico, pero esto es lo interesante”, dijo.
“Cuando me dijeron que me quedaba una semana de vida, me invadió una claridad que nunca antes había experimentado. Todos los sueños, todos los planes e inquietudes que pueblan nuestro paisaje interior, hicieron las maletas y me abandonaron. Pero una vez que me dijeron que el pronóstico era equivocado y me dieron más tiempo, todos regresaron”.