Una Pérdida de Comprensión

Es inherente al trabajo en grupo que la pérdida de comprensión en cualquiera de sus miembros afecte al resto, especialmente porque hemos compartido con ellos nuestras observaciones íntimas y desafíos…

Un joven veinteañero se había unido recientemente a nuestro grupo y estaba trabajando en formular su objetivo.

«Recientemente me han ocurrido varias cosas malas que me llevaron a este trabajo», dijo, «todas las cuales fueron obra mía. Me di cuenta de que si quiero dejar de estar aislado socialmente y empezar a conectar genuinamente con los demás, debo dejar de ser malo y egoísta, y dejar de quejarme de todo con lo que no estoy de acuerdo. Debo cambiar mucho, tal vez incluso cambiar completamente».

«La perspectiva del camino que tengo por delante me llena de vergüenza, de ira y de miedo. Vergüenza por la persona que he sido hasta ahora; ira por haber permitido que me hundiera tanto; y miedo por lo que pueda venir después». 

«Me ha quedado claro que a menos que tome un rumbo completamente diferente, seguiré hundiéndome en profundidades más oscuras y profundas. Por lo tanto, mi objetivo será usar las herramientas de esta enseñanza para modificar mis actitudes negativas y autodestructivas».

Todos quedamos conmovidos por la sinceridad de este nuevo practicante y su comprensión del tipo de esfuerzo que tendría que hacer. Mientras culpemos nuestro sufrimiento a otros, nos atrapamos en la victimización, pero una vez que asumimos la responsabilidad de nuestras elecciones, adquirimos la capacidad de cambiarlas. Él había formulado bien su desafío y su objetivo, lo cual es en sí mismo la mitad de la solución.

Sin embargo, no había pasado ni un mes antes de que nuestro joven practicante cambiara de opinión vehementemente y expresara opiniones completamente opuestas. De la nada, publicó un aviso a la comunidad informándonos que se iba. Dijo que se había dado cuenta de que la enseñanza era un engaño; nuestro grupo era una farsa y sus practicantes estaban siendo engañados. De haber aislado la fuente de sus problemas dentro de sí mismo, el joven había trasladado las causas de su sufrimiento fuera: en la enseñanza, en sus practicantes ilusos, y en mí como su fundador. Ahora éramos el problema; él volvía a ser la víctima. Después de un breve período de claridad, las actitudes negativas y autodestructivas que había querido cambiar habían regresado con fuerza.

El cambio fue tan abrupto que nos desconcertó a todos. Es inherente al trabajo en grupo que la pérdida de comprensión en cualquiera de sus miembros afecte al resto, especialmente porque hemos compartido con ellos nuestras observaciones íntimas y desafíos. Además, la negatividad es contagiosa, y las acusaciones descaradas expresadas por cualquier practicante dejan a todos los demás sacudidos y traicionados. Nos enfrentamos a la tarea de reafirmar la validez de nuestros propios avances. Vemos que nuestros momentos de claridad no pueden darse por sentados, que debemos permanecer vigilantes en períodos de duda así como en tiempos de aparente certeza.

Es una lección dolorosa que debe ser aprendida, y ¿cómo si no es presenciando las consecuencias de la pérdida de comprensión de un amigo?